
Necesitaste pocas razones para irte.
Para quedarte te habría bastado con una sola razón.
Necesitaste pocas razones para irte.
Para quedarte te habría bastado con una sola razón.
Siempre avanzando,
aunque sea inevitable
volver la vista atrás.
No.
No pienso.
No pienso volver.
No pienso volver a escribir.
No pienso volver a escribir de ti.
Nunca más.
Volaré por encima de tus sueños,
hasta que un día me dejes entrar en uno de ellos
y me quede eternamente en ti.
No sé porqué no sanan las heridas, ni se porqué vuelven a doler.
No es lógico, no tiene ningún sentido, te quedaste al margen de mi vida y ahí es donde debes permanecer.
Mientras tanto sigo triste, y enfadada, por ser tan pueril y volver a pensar en ti.
Hoy he echado de menos quererte.
Si, ya sabes, eso de besarnos, acurrucados entre las sábanas, darte los buenos días.
Las buenas noches, amor …
Tener ganas de vernos y decírnoslo, apurar nuestros encuentros hasta el último minuto.
¡Corre, que es muy tarde!
¡No te olvides de llamarme!
¡Un beso más!
Deja que recuerde el aroma de tu pelo, la seda de tu piel, deja que te recuerde como fue.
Hoy he echado de menos que me quisieras.
Hoy he vuelto a pensarte a ti.
Disparaste a mis alas,
hiriéndome de muerte.
Muerta en vida.
Creías que yo volaba alto,
muy alto,
alejándome de ti.
En mi vuelo rasante sólo quería viajar a tu lado.
¿Qué mal hice para no poder renacer sin ti?
Cada día te mueres un poquito más en mi.
Perdido en abrazos extraños,
en encuentros de bocas audaces,
de húmedos labios y lenguas obscenas.
Susurros de miel
que desnudan oídos en fase REM.
Poetas de barrio,
ciudad dormitorio.
Versos desteñidos,
bajo un arcoiris
de lluvia ácida,
llora el poeta
lágrimas de hiel.
La nostalgia es a mí
como la ausencia lo es a ti.
La tristeza, la pena, son mías.
El desapego, el olvido, tuyos serán.
Yo me hago lluvia.
Tú, niebla de hielo.
Mientras yo escribo de ti.
Tu borras lo nuestro.